CRISTINA CONTRA LOS MAESTROS

Las maestras y los maestros son una obsesión de la Presidenta. Durante su largísimo reinado en Santa Cruz, ella y su marido los sometieron a pan y agua con un régimen de presentismo oprobioso.
Lo que lograron, al final, fue la enorme rebelión popular del año pasado.
Pero es claro que no han escarmentado, porque la Presidenta les dedicó un ataque especial en su discurso inaugural, y ha vuelto a ‘reprenderlos', a ellas y ellos en especial, en la reciente reunión con la CTA.
La Presidenta no quiere oír hablar de huelgas docentes, pero tampoco de llevar el básico, que oscila en los 500 pesos, a los 1.500 pesos que corresponde a la mitad de una canasta familiar.
No quiere huelgas, pero sí que el Estado les siga pagando en negro.
Incluso ahora que su marido descubrió las bondades de reflotar el pejotismo, el gobierno de la Presidenta quiere liquidar una de las mayores conquistas sociales de la docencia - el estatuto del docente.
En la obsesión del matrimonio oficial contra las maestras y maestros hay un propósito: imponer el disciplinamiento de los docentes, su regimentación, que es la viga maestra para cualquier disciplinamiento social en su conjunto de la clase obrera.
Las maestras y los maestros se vinculan a los trabajadores en general a través de sus familias y las de sus alumnos, y por sobre todo palpitan las aspiraciones y las frustraciones de la niñez y la de los adolescentes.
No por nada la bonaerense intenta en forma reiterada la creación de una red de informantes en las escuelas, y hasta ha querido obtener para ello un status legal y oficial.
Los burócratas de la CTA fueron a ver a la mandataria para pedirles el reconocimiento gremial, y ella les retrucó que se esmeren en su función de vigilantes de la docencia.
Ahora que se desarrolla, precisamente, una paritaria nacional docente y otra en la provincia de Buenos Aires, llamamos a las maestras y a los maestros a que tengan presente que el porvenir de la educación, el porvenir de la juventud, el porvenir de sus familias y de ellos mismos - depende de que luchen por su propia dignidad y de que deshaucien las obsesiones oficiales por medio de una lucha unida y amplia.