Moyano-Kirchner, quién salva a quién


Según Hugo Moyano, el acto en River del próximo viernes será una demostración del "protagonismo de los trabajadores". Es un "protagonismo" curioso, puesto que estarán ausentes los reclamos de la reapertura de las paritarias o un aumento salarial de emergencia, que se hacen sentir entre los bancarios, ferroviarios, docentes, papeleros y varios otros gremios. Menos aún el 82% móvil para los trabajadores jubilados, cuyo veto por parte de la Presidenta él apoya. Moyano propone establecer cajas complementarias, para compensar las reducidas jubilaciones, claro que a cambio de nuevos aportes, o sea reconstruir el negocio de la jubilación privada.
En el acto, reivindicará el proyecto de "participación obrera en las ganancias", que integra a la burocracia de los sindicatos a las patronales, pero no el camino más sencillo de un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar.

En capilla
Para las patronales, la "participación en las ganancias" debe formar parte de un pacto más general, que las burocracias sindicales hoy no tienen condiciones de imponer. Las condiciones de Moyano ya no alcanzan para convertirlo en árbitro entre las patronales y los trabajadores. Su socio Hugo Yasky acaba de ser sonoramente repudiado en la CTA; los ‘gordos' se fueron al peronismo federal, mientras Kirchner dice que quiere volverse a Santa Cruz.
La Justicia ya tiene un frondoso prontuario de Moyano: la estafa criminal de los medicamentos falsificados, negociados en obras públicas y en transportes y trenes -más otros referidos a derechos humanos. Moyano presume de "demostraciones de fuerza", pero... en defensa propia.

El PJ bonaerense
Moyano tampoco puede "poner orden" en la guerra de clanes que recorre a los municipios del pejota bonaerense. Esta guerra ha acentuado la crisis de inseguridad, y ahora los intendentes reclaman ‘policías comunales' que Scioli rechaza -en defensa, claro, de los comisarios de la Bonaerense. Para someter a los intendentes, Moyano quiere hacer valer su condición de propietario de Covelia, la empresa que maneja la concesión (privatizada) del servicio de basura en doce municipios estratégicos. Se ha convertido en una suerte de Macri "sindical". Si Moyano crea sus propias listas y colectoras para la interna pejotista (Clarín, 26/9), la fuga de intendentes podría disolver al kirchnerismo.

Independencia obrera
Moyano dice que quiere pasar de factor de presión a factor de poder. Pero para la clase obrera, esto no cambiaría nada, solamente estrecharía los vínculos de la burocracia sindical con las patronales y el capital financiero. Esto no lo va a disimular el acto de la lealtad (a Moyano). Hay que echar a las burocracias que se oponen al 82% móvil y que apoyan los vetos anti-nacionales y anti-populares.

Marcelo Ramal

Resoluciones Plenario Obrero Zona Oeste


EL MIÉRCOLES 13, MARCHEMOS A CONGRESO
El 82% móvil es un derecho


Los abajo firmantes, comisiones internas, delegados y trabajadores de la Zona Oeste reunidos en un Plenario Obrero realizado el 7 de Octubre del corriente, con la presencia de mas de 80 representantes de 12 gremios, resolvimos los siguientes puntos para ser dirigidos a todos los trabajadores de la zona:

1) El miércoles 13, el Senado tratará el proyecto que determina la jubilación mínima en el 82% del salario mínimo. Además actualiza las jubilaciones congeladas por Cavallo-Menem-Kirchner, en los 90, y por Kirchner, a partir de 2003 y establece que las jubilaciones futuras se ajusten según la evolución del salario. Llamamos a todos nuestros compañeros a sumarse ese día a la movilización que estamos impulsando frente al Congreso.

2) La jubilación es parte del salario. Es un salario diferido. Que debería asegurar la existencia presente del trabajador como su existencia futura, una vez culminada su actividad laboral. Así lo entendieron las generaciones obreras que nos precedieron que arrancaron la jubilación y pelearon para que las patronales se hagan cargo de pagarlo. El 82 por ciento es, por lo tanto, un derecho y no una dadiva.

3) La jubilación actual promedio sin embargo, llega al 36% del salario en actividad y es un 80% inferior al valor de la canasta familiar. Debido a la caída del salario del Jubilado, los trabajadores en condiciones de jubilarse están obligados a prolongar su vida laboral activa para no caer en la miseria.

4) Denunciamos la intención del gobierno nacional de vetar la ley. Es falso –como dicen- que no haya fondos para financiarla. Quieren la plata de la Anses para pagar la deuda externa. Ya el 50% de la deuda externa ha sido transferida a la Anses, el Banco Nación, el Central, y la Afip.
Es la misma la política de ajuste de los gobiernos del mundo, que pretenden rescatar al capital y bancos en quiebra a costillas de los jubilados. Grecia, España, Alemania, Francia e Italia vienen impulsando reformas jubilatorias, prolongando la edad para jubilarse y los beneficios que se reciben.

5) Denunciamos que Scioli metió la mano en la caja del IPS en febrero de este año y tomó préstamos por $1.300 millones. La aspiración del Gobernador es aplicar en el IPS la misma política de saqueo que el Gobierno nacional tiene para con la Anses e incorporar el régimen jubilatorio provincial dentro del sistema nacional, igualando hacia abajo las jubilaciones.

6) Alertamos que la oposición está buscando un compromiso con los K, y por sobre todo con los empresarios. Advertimos sobre el peligro de que el proyecto termine siendo mutilado con el pretexto de sortear el veto. Llamamos a luchar para que se respete el proyecto original.

7) Moyano y Yasky han hecho causa común con el gobierno y apoyan su negativa a la sanción al 82%. Denunciamos esa conducta a contramano de la voluntad y de las necesidades del movimiento obrero.

8) Llamamos a nuestros compañeros a hacer frente a estas maniobras. Todos juntos podemos ganar esta batalla. La última palabra la tenemos que tener los trabajadores y no dirigentes que actúan a nuestras espaldas. Las centrales sindicales deben dejar de ser furgón de cola de los gobiernos capitalistas y de los bloques políticos patronales y lanzar un plan de lucha por el triunfo del 82 por ciento.

9) La batalla por las jubilaciones debe continuar después del 13 de octubre hasta que logremos derrotar el veto que pretende imponer Cristina. Llamamos a marchar masivamente el 13 a Congreso, a partir de las 14 horas y a redoblar la campaña, mediante asambleas, pronunciamientos y acciones comunes, las semanas siguientes hasta alcanzar nuestro objetivo.

10) Una batalla victoriosa por el 82 por ciento nos va a colocar en mejores condiciones para las otras batallas que tenemos por delante, en primerísimo lugar, la batalla por el salario y por la reapertura de las paritarias.

11) Reclamamos actualización de la jubilaciones congeladas desde 1994, en la actualidad existen más de 400.000 juicios y varios con sentencias favorables hacia los jubilados,( inspirados en los fallos emblemáticos de Badaro y Sánchez ) y apelados por el Anses.

12) Para fortalecer la movilización y la campaña por el 82% el plenario resolvió: que se realizara una campaña de Pintadas en toda la zona oeste, actos callejeros, reuniones especiales y pronunciamientos de los diferentes lugares de trabajo y un próximo plenario obrero.


Cicop Htal Posadas y Htal Km. 32 G. Catan, ATE Htal Posadas, ATE INTA Castelar, Atilra La Serenísima Gral. Rodríguez, Suteba Delegados y Congresales Docentes de Morón/ Hurlingham/ Ituzaingo/ Matanza/ Merlo/ Moreno/ Marcos Paz, Comercio Supermercado Coto, Gráficos Interpack I, No Docentes UBA, UTA Ecotrans / Línea 503 Lujan, UOM Meca Castelar/ Ecotermo, SAT, Gastronomicos, Jubilados YPF, Trabajadores del Polo Obrero en la Argentina Trabaja.

GANEMOS LA CALLE CONTRA EL VETO

Néstor Pitrola declaró: “La capitana siglo XXI, Cristina Kirchner, fue aplaudida por su veto al 82% por el coloquio de IDEA, donde está reunido todo el gran capital radicado en este país. Moyano dijo en River que ese estadio no era el coloquio de IDEA, pero respaldó el veto igual que los empresarios. Moyano se habló a sí mismo, porque le dio la espalda a un clamor del 80% de los argentinos.”

“El sartenazo del veto al 82% opera como garantía a los usureros que especulan con los bonos de la deuda pública, quienes llevan ganados 160% en lo que va del año, pero no habría plata para pagarles el modesto 30% de aumento al mínimo de indigencia de tres millones de jubilados que establece la ley vetada y la actualización a un millón y medio más, los fondos de la Anses garantizan el pago de esos bonos”

“El kirchnerismo va a pasar a la historia, pero por anular un derecho donde hay una necesidad. Si Evita viviera, estaría jubilada con $1.046 por mes”.

“Movilicémonos, autoconvoquémonos, tomemos las cacerolas, pasemos por encima de burócratas y punteros, derrotemos este veto que apuñala un derecho del pueblo argentino. Ya hay una cita el martes a las 17 horas para marchar de Congreso a Plaza de Mayo. Allí estaremos”.

PARTIDO OBRERO

Para comunicarse: Néstor Pitrola: 15 53 24 23 56

REPRESOR CON LAS HUELGAS, COMPLACIENTE CON LOS USUREROS

El acto de Moyano es antiobrero


Néstor Kirchner no les perdona a los trabajadores del Subte haber puesto al desnudo tanto sus contradicciones como su hipocresía.

En efecto, los ‘amigos’ del matrimonio se pusieron de acuerdo con sus ‘adversarios’ para derogar, en el Congreso, la única clase de ley que nunca se debería derogar, que es aquella que prohibía hacer una nueva oferta, o sea una nueva ley, a los acreedores internacionales que no aceptaron el canje de deuda en 2004.

O los que votaron aquella ley obraron como sinvergüenzas, o los sinvergüenzas son los de ahora (aunque la mayor parte de ellos estaba entonces y está ahora).

Claro que, en 2004, entre los acreedores había todavía numerosos ahorristas y ahora hay solamente fondos buitres, que compraron la deuda a precios muy inferiores a los que se les ofrece para el rescate.

Pero mientras, por un lado, se deroga una ley con el exclusivo propósito de posibilitar el pago de unos diez mil millones de dólares (incluidos los intereses atrasados) a las aves de rapiña del capitalismo a tasas de interés usurarias; por el otro, se impide la aplicación de una ley, que tiene plena vigencia, que otorga el derecho a la inscripción gremial al Sindicato del Subte.

Esta duplicidad no le sienta nada mal al gobierno “nacional y popular” –que, al mismo tiempo, acusa de desestabilizadores a los obreros que exigen el respeto del derecho y no a los capitalistas que adecuan el derecho para seguir saqueando al país.

En una palabra, la huelga del Subte dejó al desnudo que la única ley imperativa para los K es la que está al servicio del capital.

Por esto mismo, para que la hipocresía no se apague, Moyano propone celebrar, el Día de la Soberanía, la represión a los trabajadores del Subte y la anulación de la llamada “ley cerrojo”.

Pocas veces ha quedado más al desnudo la demagogia oficial: ¡los fondos buitres, una decena, recibirán cuatro y cinco veces más dinero que toda la asignación por hijo que festeja la Presidenta!

La soberanía nacional está corporizada en los trabajadores, no en el matrimonio cipayo ni en los burócratas que vacían las arcas de las obras sociales y de otras cajas más. Se vuelve a quebrar la pretensión de que obreros y patrones tenemos intereses comunes y que el kirchnerismo o el pejotismo representan con eficacia esta colaboración nacional entre las clases.

¿Por qué sorprenderse, entonces, de que el gobierno que tacha de sellos a los partidos de izquierda, cuando se trata de reclamar el apoyo al fraude llamado “reforma política”, les asigne a esos mismos sellos un poder desestabilizador?

En este caso, para el gobierno, las patronales y los bloques que votaron el nuevo pago de la deuda, la denominación izquierda equivale a clase obrera –a una clase obrera independiente, emancipada de la burocracia sindical patotera.

El futuro del país depende, precisamente, de que esta autonomía política de la clase obrera y de los trabajadores se desarrolle hasta sus últimas consecuencias.

Para terminar con el hambre: trabajo para todos sin clientelismo

Los puestos de trabajo en el marco del plan Argentina Trabaja, mas allá de ser empleos precarios, han generado una expectativa en miles de trabajadores de todo el país que caen en el desempleo. El gobierno restringe el acceso a estos trabajos, de por sí insuficientes, a los punteros de las intendencias. La mayoría de los desocupados está quedando afuera. Pretenden excluir a las organizaciones sociales y, en general, a todo aquel que no pase por el filtro de los punteros. No resuelve el problema el plan del subsidio por hijo, que no pasa del nivel de la indigencia y consume los fondos del Anses, liberando las partidas de los planes actuales que absorbe para el pago de la deuda y los subsidios a los patrones. Sin haberse puesto en marcha la asignación universal, el gobernador Scioli, ha dejado sin cobrar 70 mil desocupados del plan Barrios Bonaerenses. Queremos que la asistencia llegue efectivamente a todos los que la necesitan, rechazamos cualquier recorte, queremos trabajar, y queremos los fondos del Anses para que nuestros jubilados cobren el 82% móvil.

Nos dicen que la crisis económica ya habría pasado, mientras se suceden nuevos despidos y el estado nacional y los provinciales proceden a un ajuste cada vez más riguroso, recortando partidas y congelando salarios en función de tomar nueva deuda externa.

Unificamos la lucha de un conjunto de organizaciones, todas las cuales el gobierno intenta marginar del acceso a estos puestos de trabajos, peleando por el acceso al empleo, pero también para enfrentar cualquier intento de descargar la crisis sobre las espaldas de toda la clase trabajadora. La unidad cada vez más extendida de quienes ayer reclamábamos por separado es la única respuesta a la perfidia oficial. Nos unificamos también referenciados en las luchas de los trabajadores ocupados y desocupados en todo el país, contra los despidos como en Kraft, por el derecho a organizarnos independientemente de la tutela de las fuerzas del gobierno como en el subte y contra el ajuste oficial como los docentes y estatales de la provincia de buenos aires y muchísimas provincias del interior. Salimos a las calles exigiendo una solución de fondo, pasándole la factura de esta crisis no a los trabajadores, sino a los que no se cansan de llenarse los bolsillos, los empresarios, los especuladores inmobiliarios, el capital financiero y los terratenientes.

· Trabajo para todos. Ingreso irrestricto y bajo control de las organizaciones genuinas de los trabajadores a los puestos de trabajo anunciados. Que se extienda inmediatamente el ingreso a la ciudad de buenos aires y el interior.
· Plan de obras públicas y de viviendas para los trabajadores sobre la base de un impuesto extraordinario a la ganancia empresarial, a los terratenientes y el capital financiero.
· Si no hay trabajo, subsidio al desocupado
· Prohibición de despidos y suspensiones
· 82% móvil para los jubilados.
· Pago inmediato del plan Barrios Bonaerenses y la asistencia de provincia de Buenos Aires
· Contra el ataque a Segovia, Solanas y todos los luchadores populares

Las organizaciones que integran este acuerdo de acción solicitan una reunión urgente para tratar estos puntos con la Ministra Nacional de Desarrollo Social, Dra. Alicia Kirchner

Polo Obrero, Movimiento Barrios de Pie, Movimiento Sin Trabajo-Teresa Vive, Corriente Clasista y Combativa, Movimento Territorial de Liberación(Provincia de Buenos Aires), Bloque Piquetero Nacional (MTR, MBL, UTL, MTR 12 de Abril), Frente de Organizaciones Clasistas “Carlos Almirón” (FTC-M29, MAR, Familiares contra el paco, RUP), Frente de Trabajadores Clasistas Nacional, Asambleas del Pueblo, MTR (fogoneros), TODU, Bloque Obrero y Popular (Mov 26 de Junio, MTD Quilmes), UTD Tigre, ATV

Conferencia sindical convocada por el PO - 14 de noviembre

El próximo sábado 14 de noviembre el Partido Obrero reunirá 950 dirigentes sindicales y delegados fabriles de todo el país, de unos 80 gremios desde azucareros de Salta y Jujuy hasta mineros de Río Turbio de Santa Cruz.

Al llegar de Córdoba de un plenario preparatorio con un centenar y medio de sindicalistas combativos cordobeses realizado ayer en la Facultad de Derecho de esa ciudad, Néstor Pitrola declaró “los nuevos movimientos sindicales han surgido en distintos niveles con independencia de la CGT y la CTA, son los casos del nuevo sindicato del subte, de varias seccionales del Suteba y de Amsafé (S.Fé), del sindicato ceramistas de Neuquén, de la seccional San Fernando del neumático, del nuevo cuerpo de delegados del Ingenio salteño El Tabacal, de decenas de delegados del comercio de la juventud de los súper y de los “call”, de los cuerpos de delegados de la alimentación contrarios a Daer en Capital y a Morán en el interior, de Atucha y tantas obras de la UOCRA, de los combativos petroleros patagónicos, de sindicatos como gráficos, metalúrgicos, periodistas, no docentes y docentes universitarios, de fideeros y confiteros, de las reparticiones antiburocráticas de ATE, de aguas gaseosas, de plásticos que cada día repudian más a los herederos de Triaca, de mineros, pintura, ferroviarios, televisión del Sat, telefónicos de Foetra, entre los aeronáuticos, de la carne, de las golpeadas fábricas del Smata, de decenas de sindicatos municipales de la Pcia de Buenos Aires y del combativo cuerpo de delegados de municipales de Córdoba, de los judiciales y de los bancarios que se organizan contra Zanola, de todas las fábricas bajo gestión obrera que escapan a la cooptación kirchnerista, de las autoconvocatorias masivas de docentes salteños y cordobeses y de la salud tucumana, de los rurales de Uatre del Alto Valle que cortaron las rutas por su salarios, entre otros”. “De todas las expresiones que luchan crecientemente asociadas a piqueteros y estudiantes por un programa común”.

Pitrola remató “todos ellos vieron la luz por la lucha y su perspectiva política es la expulsión de la burocracia de los sindicatos”, “no está en discusión aquí una tercera central sindical, si no una nueva dirección en los sindicatos para acabar con las mafias y patotas, con sus cajas negras y su asociación a las patronales y al PJ, tanto kirchnerista como disidente, preparamos una nueva dirección anticapitalista”.

Repudiamos la brutal agresión a la familia de Néstor Segovia

El Partido Obrero repudia el brutal ataque perpetrado contra la familia del delegado del subte, Néstor Segovia. La esposa de Segovia ha denunciado que la policía bonaerense, junto a una patota de la UTA, golpearon a sus hijos y destrozaron su vivienda.

En su oposición a que los trabajadores del subte pongan en pie su sindicato, la burocracia de la UTA actúa en completa sintonía con el gobierno, el Estado y sus aparatos de represión.

Redoblemos el apoyo obrero y popular a la lucha del subte, contra la burocracia y el gobierno que avala despidos, liquida las paritarias y precariza las condiciones laborales.

PARTIDO OBRERO

El gran pronunciamiento de Kraft

"Retroceso en Kraft, avance para el conjunto". Así caracterizamos, desde estas páginas, el cierre de la lucha de Kraft. Aunque la huelga había concluido con un golpe a la organización de fábrica, su desarrollo había representado un progreso en la conciencia de toda la clase obrera.

Tan sólo dos semanas después, la primera manifestación de ese avance se produjo nada menos que en la propia Kraft y en las condiciones más difíciles. Las elecciones de comisión interna se realizaron bajo la más dura intimidación patronal, con el peso de los recientes despidos y del desmantelamiento del Cuerpo de Delegados por sección. La burocracia especulaba con aprovechar estos comicios con “libertad vigilada” para recuperar el control de la fábrica. Los trabajadores, sin embargo, se sirvieron de ellos para dar un pronunciamiento contundente respecto de la reciente huelga, de su desenlace y sus resultados. La Lista 1, integrada por quienes rechazaron firmar el acta que convalidó los despidos, venció con más del 40% de los votos. Con todo el respaldo de la patronal y sus jerarquías de planta, la lista de Daer no llegó al 20%. Después de 38 días de huelga, de los piquetes y el desalojo de la infantería, los trabajadores extrajeron sus conclusiones políticas. El sometimiento de la burocracia de la alimentación a la patronal de Kraft y a la embajada norteamericana no pasó en vano.

Tomando partido sobre Kraft

De todos modos, el alcance de este pronunciamiento en Kraft no puede limitarse a las fuerzas fabriles o sindicales que intervinieron directamente en la huelga; por caso, su comisión interna o la burocracia de la alimentación. La huelga de Kraft fue, en verdad, “nacional”, puesto que, por acción u omisión, intervinieron en ella todas las fuerzas políticas y sindicales del país. En el voto que emitieron este martes, los trabajadores expresaron una conclusión de fondo respecto de esas fuerzas, comenzando por la propia burocracia de la CGT. La condena de Moyano a los huelguistas de Kraft fue el “aviso” que precipitó, horas después, el desalojo de la planta por medio de la infantería.

Pero en la elección de la fábrica también fue derrotada la corriente que dirigía la comisión interna, que aceptó cerrar el conflicto en los términos impuestos por Tomada y Daer. En un volante donde menciona sus apoyos sindicales y políticos, la lista de Bogado (PCR) incluye a la CTA, a Solanas y Lozano, a Eduardo Buzzi (Federación Agraria), a Margarita Stolbizer y a Vilma Ripoll. La CTA, ausente durante toda la huelga, se ha lanzado ahora a una campaña de ataques a la lucha de Kraft como “huelga salvaje” por los piquetes y cortes de ruta que fueron decisivos para ponerle un límite a la escalada patronal. El MST, que sumó su firma en apoyo de Bogado, también suscribe ese balance reaccionario de la lucha de Kraft. Con su voto, los trabajadores desautorizaron a todos estos “bomberos” de la huelga.

Más allá de Kraft

Los comicios de Kraft son una manifestación de la nueva etapa que transita el movimiento obrero, en medio de la crisis capitalista y del agotamiento del kirchnerismo.

La burocracia sindical pretendió zafar de la crisis tolerando los despidos de contratados, la suspensión de las paritarias y el apoyo a las medidas oficiales de subsidio al capital. Los resultados están a la vista: 400.000 despidos en un año, salarios en picada y, ahora, los “ajustes” al estilo de Kraft, donde los pulpos quieren emerger de la crisis con una drástica alteración de las condiciones laborales en perjuicio de la clase obrera. La patronal también saca las conclusiones de lo que llama el “efecto Kraft” (sic, El Cronista, 3/11). Al frente de la cámara patronal de la alimentación ha sido nombrado el abogado Funes de Rioja, un mentor de todas las reformas laborales reaccionarias.

Esta escalada antiobrera ha dado por tierra con las mediaciones y maniobras estériles de los Moyano y los Yasky. En este cuadro, la clase obrera que lucha está obligada a tomar en sus manos la resistencia contra la crisis, a seleccionar y poner en pie nuevas direcciones. La transición que vive el movimiento obrero está marcada por ese agotamiento de la burocracia, por un lado, y por una tendencia de fondo en la clase obrera a organizarse sobre nuevas bases, por el otro.

La lucha de Kraft y el extraordinario pronunciamiento de este martes son una manifestación de ello, pero no la única. Ya se hizo presente entre los petroleros de Santa Cruz, contra las burocracias agentes de Kirchner y Repsol; en los docentes, que reabren su lucha salarial en medio de pronunciamientos contundentes (elecciones de Juntas bonaerenses); se expresa, también, en el reanimamiento del movimiento piquetero, que desafía la cooptación estatal y el crecimiento de la miseria social. Está presente, sobre todo, entre los trabajadores del subte, donde el fracaso de los que confiaron la lucha por un nuevo sindicato a los Tomada y Yasky está a la vista. En estas horas, las asambleas del subte están resolviendo una lucha a fondo para imponer, de una vez por todas, la organización obrera que le es propia.

El Partido Obrero apuesta a este desarrollo. Lo expresó durante toda la lucha de Kraft, peleando por hacer de ella una cuestión de toda la clase obrera y la juventud. Pero también en ocasión de estos comicios. En sus vísperas, un volante del PO llamó a votar por la Lista 1, en defensa de la gran huelga y de la perspectiva que ella le plantea a todo el movimiento obrero. Completemos el mandato que nos deja la gran elección de Kraft; es decir, la expulsión de la burocracia de los sindicatos y la puesta en pie de direcciones de lucha y agrupaciones clasistas en todos lados.

Marcelo Ramal

Kraft: victoria de la conciencia de clase



Gran parte de los cesantes que se habían acercado a la planta se abrazó con los miembros de la lista ganadora a través de la reja de la puerta al grito de “¡todos adentro!”. De este modo entendieron la victoria de la Lista 1 (Agrupación Desde Abajo, PTS), con 676 votos contra 660 de la Lista 2 (PCR) y 291 de la burocracia del sindicato de la alimentación (STIA). Nuestro partido había apoyado a la Lista 1 a través de una declaración profusamente repartida y saludada en la planta (ver reproducción).

La Lista 1 había rechazado el acta acuerdo del gobierno, la burocracia y la patronal norteamericana, con su cláusula de “paz social” y 123 compañeros en la calle. El acta había establecido que la elección de interna se realizaría bajo el control de la burocracia de Daer, circunscripta a once delegados cuando debían ser 26 (1 cada 100 trabajadores) y con la participación de personal fuera de convenio y extraño a la planta. Otra urna de votantes de la planta, la HQ, que incluía a administrativos fuera de convenio, fue impugnada por las Listas 1 y 2.

A las 19:30 horas, apenas terminado el recuento de votos y firmada el acta de votación en la planta, Javier Hermosilla, de la Lista 1, fue notificado por el gerente de recursos humanos de Kraft de que el jueves 5 asumiría la nueva comisión interna. Ramón Bogado reconoció su derrota y aclaró expresamente que había impugnado las urnas que el sindicato había plantado en su sede central y no reconocería sus resultados.

Los resultados no tienen en cuenta a los 123 compañeros que han sido despedidos, cuya mayoría hubiera votado a la 1.

A las 22 comenzó a develarse la trama del fraude, cuando el Ministerio de Trabajo informó que había ganado la Lista 2 (PCR) por 8 votos: 684 contra 676 de la Lista 1, y que la Lista 3 de la burocracia aumentaba a 434 sufragios. Se trata de las urnas de la sede sindical. Esas urnas habían sido impugnadas, pero la justicia laboral, con el aval del ministerio, las había aceptado. (Esta manipulación es la que se da también en el caso del Suteba La Plata, desconociendo urnas que le dieron el triunfo a la lista clasista contra la burocracia de la CTA). Al día siguiente, la Secretaría de Trabajo de la provincia suscribía oficialmente esta maniobra. Antes de todo esto, las listas 1 y 2 habían impugnado el padrón electoral de 2.950 votantes porque incluía todos los “ingredientes” luego utilizados en función del fraude. Estas acciones previas de las listas 1 y 2 inviabilizan la maniobra del fraude. No hay espacio ahora para las ‘autocríticas’ que el PCR forzó a Ramón Bogado, luego de que éste hubiera rechazado, inicialmente, el acta de levantamiento del conflicto.

El voto es la expresión de la conciencia de que la firma del acta acuerdo de la “paz social” es incompatible con una dirección dispuesta a luchar por los trabajadores, independiente del Estado y de los patrones. La burocracia había organizado asambleas truchas, con la presencia de líderes y funcionarios del Ministerio de Trabajo –sin contar las vigilantes cámaras de la patronal– para convalidar el acuerdo, que el PCR aceptó sin chistar. El PCR mantuvo obstinadamente la defensa del pacto y organizó la instalación de tres carpas en la puerta de la planta sólo para disimular su capitulación, jamás para organizar una resistencia. El fracaso del festival armado por la CCC horas después de la firma del pacto fue un testimonio del proceso que se vivía en la planta.

La rebelión tuvo su epicentro en el turno noche, donde la Lista 1 tuvo 378 votos (la mitad del total en toda la planta) contra 50 de la Lista 2 y 70 de la burocracia. Pero la Lista 1 obtuvo votaciones en todos los turnos, expresión de una conciencia homogénea. Votaron, dejando afuera a las urnas truchas, 1.638 compañeros, un 63% de un padrón de 2.600, superior a elecciones anteriores de interna.

Detrás de la Lista 2 se encolumnaron la CTA (con la firma de Horacio Meguira), Margarita Stolbizer, Proyecto Sur en pleno (Claudio Lozano, Pino Solanas), el SI (Macaluse), la UCR de la provincia de Buenos Aires, el ARI, el MST y, no podía faltar, la Federación Agraria, con la firma de Eduardo Buzzi.
Un frente que se unificó detrás de una plataforma de contención de un desarrollo clasista en el movimiento obrero. Los “progres” se juntaron con la pequeña burguesía radical con un programa de ‘orden’, apenas disimulado por la denominación “comunista y revolucionaria” de esa opción. Los que, en el conflicto sojero, prometieron la alianza revolucionaria de los obreros y campesinos volvieron a operar en clave contrarrevolucionaria. Ramón Bogado, cuya primera reacción había sido rechazar el acta de la ‘paz social’, se retractó luego de esta posición clasista por una lamentable adhesión a las lealtades partidarias. Tenemos confianza en que sabrá sacar las conclusiones que se imponen.

A estas horas está en debate la convocatoria a una gran asamblea general en la puerta de la planta para denunciar el fraude con el que se intenta birlar la victoria obrera e intimar al reconocimiento de la nueva dirección.

Lo ocurrido en Kraft es una genuina manifestación de conciencia de clase.

Se ha puesto de manifiesto con toda claridad que el movimiento obrero vuelve a atravesar una transición histórica. Es necesaria una política consecuente para llevarla a su término – expulsar a la burocracia pro-patronal y desarrollar una nueva dirección clasista y socialista en los sindicatos.

Reforma política: un corralito

Ocho años después de 2001, el kirchnerismo quiere imponer su propio corralito, en este caso de carácter político. La “reforma” anunciada por los Kirchner pretende, con el argumento de remediar la fragmentación política de oficialistas y opositores, producir una polarización en la segunda vuelta en 2011. Va por una nueva reconstrucción del Estado.

Después del 28 de junio, los Kirchner pudieron a duras penas impedir las deserciones políticas de gobernadores e intendentes. Con la reforma política, los candidatos deberán ser electos a través de una interna abierta, simultánea, con elevados requisitos de votantes. Por caso, la primaria presidencial de un partido o de una alianza debería recoger no menos de medio millón de votos. Naturalmente, la interna beneficia a los grandes aparatos políticos. El primer propósito del kirchnerismo es obligar a las facciones peronistas de los gobiernos provinciales o municipales a quedarse dentro del redil oficialista. Si los Duhalde, Solá o Reutemann quisieran saltar el cerco, tendrán que conformar un aparato propio. La reforma también impediría a los gobernadores reelegirse por fuera de su partido “original”, o sea el PJ kirchnerista. El corralito afectaría, en este caso, a los Urtubey, Capitanich o Reutemann, que se han insinuado para suceder a los K.

Con la reforma, el gobierno también arrojó una piedra al río revuelto de la oposición. Por un lado beneficia a la UCR, el único aparato opositor que cumpliría cómodamente con el piso de votantes exigidos en las primarias. Pero, al mismo tiempo, enfrenta a los radicales con sus aliados menores (Carrió), sin los cuales no podrían aspirar a derrotar el peronismo. La reforma también empuja a Cobos a regresar a la UCR, lo que el vicepresidente ya anunció. Desde ahí, trataría de negociar con De Narváez o Macri en la segunda vuelta. Nadie cree que ganará la primera vuelta; según los sondeos sacarían alrededor del 30%.

Los opositores resolvieron no concurrir al acto de lanzamiento de la “reforma”. Pero el desplante no va a quitarle el sueño a los Kirchner; la UCR está negociando con el gobierno la letra chica de la nueva ley. Por su parte, el sojero Binner ya anunció el apoyo del bloque socialista al engendro oficial.

El tiro ¿por la culata?

El resurgido Duhalde anunció que va por un millón y medio de afiliaciones para su “Confederación peronista bonaerense”. Ello le permitiría postularse a presidente por cuerda separada o, alternativamente, disputarle a Kirchner la “primaria” dentro del PJ oficial. Pero dos de los caciques del conurbano, Pereyra (Varela) y Mussi (Berazategui), acaban de presentar otra “reforma”, en este caso a la ley bonaerense de municipios, para que las elecciones comunales puedan separarse de las provinciales o nacionales. Así, los intendentes ganarían libertad para negociar sus apoyos, en las primarias o en la general, a uno u otro candidato.

Se vuelve a dar el distanciamiento entre los intendentes y el matrimonio que se reflejó en las urnas el 28 de junio.

Por su parte, Moyano ha conchabado a Pérsico y D’Elía para su “movimiento peronista”, con el que aspira a terciar en la disputa por la caja social del Estado y su participación en la interna del PJ.
El corralito de la reforma podría terminar agravando el desbande oficial.

Proscripción

La reforma también apunta a proscribir la presentación electoral de los partidos de izquierda.

En las pasadas elecciones de junio, el Partido Obrero obtuvo votaciones significativas en numerosos distritos, como Salta, Santa Cruz, Catamarca, el cordón industrial de San Lorenzo o Río Negro, pero está lejos del piso que la reforma K exige a nivel nacional. La reforma quiere empujar a los votantes de la izquierda y a los trabajadores dentro del corralito de las alternativas políticas capitalistas.

Tenemos que integrar la denuncia de esta reforma reaccionaria a la agenda integral de lucha contra la crisis capitalista. Defendamos el derecho a la organización política independiente de los trabajadores, para ejercer sin proscripciones la lucha contra el régimen social del tarifazo, el congelamiento salarial, los despidos y la flexibilidad laboral.

Marcelo Ramal

MÁS QUE NUNCA

Que la crisis la paguen los capitalistas

Lo peor de la crisis pasó”, repiten al unísono los voceros oficiales.

No pueden decir lo mismo los 400.000 compañeros que fueron despedidos en el último año.

Tampoco los que no llegan a la “canasta de pobreza” (1.600 pesos), que son el 40% de los argentinos.

Pero los que dan por fenecida la crisis se engañan a sí mismos.

La feroz competencia entre los pulpos para ver quién sobrevive se está dirimiendo con despidos, paritarias suspendidas y ritmos más intensos de trabajo.

Las cajas del Estado han sido vaciadas, precisamente, para pagar la deuda pública y para salvar a esos monopolios en crisis.

¡Hasta la General Motors fue subsidiada con los fondos de la Anses!

Ahora, quieren enjugar la quiebra fiscal con impuestazos y nuevos ajustes a la educación y la salud.

Pero, también, endeudando al país en condiciones de usura.

Para que el presupuesto 2010 banque a los nuevos y viejos usureros, tendremos que afrontar mayores tarifazos.

En cambio, no van a gravar al gran capital inmobiliario o terrateniente, que paga impuestos sesenta veces inferiores a lo que valen sus propiedades.

A pesar del gigantesco sacrificio que quieren imponerle al pueblo, la recuperación que pregonan no pasa de una nueva bicicleta financiera, que volará por los aires como todas las que la precedieron.

Para los pulpos y su Estado, la salida de la crisis es una excusa para la liquidación de los convenios, despidos sin costo, paritarias y sueldos congelados.

Más que nunca: ¡Que la crisis la paguen los capitalistas!

Prohibición de despidos y suspensiones. Reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario.

Salario igual a la canasta familiar, hoy en los 4.400 pesos. 82% móvil para los jubilados. Que se reabran las paritarias.

Subsidio al desocupado equivalente al 82% de la canasta familiar.

Que la protección social se financie con impuestos al capital, no liquidando planes sociales ni con aumentos impositivos a los consumidores.

¡Abajo el ajustazo a los maestros y a la salud!

Impuestos progresivos al gran capital agrario e inmobiliario, de acuerdo con la valuación de mercado de sus propiedades.

Los maestros de la Capital y de Buenos Aires; los luchadores de la salud de Tucumán y Río Negro, los docentes y municipales de Córdoba; los obreros de Kraft y del Subte, de Mahle y tantas otras nos están diciendo quién tiene que pagar la crisis.

Aportes a la Conferencia Sindical que convoca el Partido Obrero

El próximo 14 de noviembre tendrá lugar una conferencia sindical convocada por el Partido Obrero, en la que participarán delegados e invitados de todas las provincias y de todas las concentraciones industriales de Argentina. En sus objetivos figura encarar las campañas que reclama la situación actual de la crisis capitalista y de las luchas, pero su objetivo de fondo es desarrollar una discusión sobre la estrategia de los luchadores sindicales. El texto que se va a leer es un borrador. En lo esencial, pretende caracterizar el presente histórico del movimiento obrero en Argentina y determinar una política y una táctica adecuadas a esta situación. Cuando más agudas y apremiantes son las luchas en curso, más resulta necesario caracterizar la situación de conjunto.

1. El movimiento sindical atraviesa una etapa de transición política. De un lado, la vieja burocracia sindical, ahora con el ropaje del moyanismo y de una CTA en parte kirchnerizada, asiste a una crisis irreversible. Del otro lado, se desarrolla de nuevo un movimiento clasista en los sindicatos, que tiene su origen en la emergencia del Cuerpo de Delegados del Subte, que arranca de antes del argentinazo, y la conquista de la jornada de seis horas, y en varias ocupaciones de fábrica contra el vaciamiento de empresas. La tarea que tiene por delante la nueva generación de luchadores es completar esta transición política para reestructurar al movimiento sindical sobre una base clasista.

La historia del movimiento obrero de Argentina ha estado marcada por sucesivas etapas de transición. No se trata aquí de mencionar a todas o a las más importantes, sino demostrar el esquematismo que confina al movimiento obrero a un largísimo período de inmovilismo político dominado por la burocracia sindical integrada al Estado y ligada al peronismo. En los últimos treinta años, el movimiento obrero ha conocido las siguientes etapas:

a) De un lado, la reestructuración de la CGT bajo la figura de Ubaldini, que arranca desde mucho antes de la retirada de la dictadura y que anticipa esa caída; del otro, el desarrollo de una tendencia parcialmente independiente de la burocracia sindical, que se manifestará, por sobre todo, en el ingreso de la corriente clasista de la Naranja, como tendencia autónoma, en la dirección Sindicato Gráfico; en la expulsión de West Ocampo del sindicato de la sanidad de la Capital; en el desarrollo de fuertes corrientes “naranjas” en la Uocra y en el surgimiento de una nueva dirección en la seccional de Neuquén, y en el cambio de dirección en Ctera (que pasa al control de la actual Lista Celeste). Esta etapa se cierra, en parte, con la derrota de la gran huelga indefinidida de docentes, en 1988, y con la capitulación de la nueva dirección de Sanidad ante la burocracia. Esta transición ingresa en una crisis profunda con la reestructuración que impulsa el gobierno de Menem en la dirección de la economía y de la política, concretamente, las privatizaciones y la convertibilidad. Este giro demuestra dos cosas: uno, que la transición política en los sindicatos se encuentra condicionada en forma estrecha con la evolución general de la crisis política en el país; dos, que el seguidismo político a la burguesía nacional y al peronismo, por parte del llamado progresismo sindical, ofreció un instrumento político para someter al movimiento obrero desde el Estado. Estas lecciones destruyen desde la raíz la tesis que sostiene la posibilidad de desarrollar un movimiento sindical clasista ligado a la burguesía nacional o incluso políticamente neutral;

b) El reordenamiento de las relaciones sociales que establece el menemismo inaugura una nueva transición sindical. De un lado, se establece una CGT ligada a las privatizaciones y a la defensa de la flexibilidad laboral, mientras del otro lado se desarrolla una oposición que tendrá a la cabeza un frente formado por el MTA (Moyano), la CTA (De Gennaro) y la CCC (el Perro Santillán). En este período, el clasismo se encuentra aislado y juega como segundo violín de las iniciativas del frente sindical de oposición a la burocracia de los ‘gordos’ de la CGT. El frente opositor se sumó al recambio político que impulsaba la burguesía afectada por la política menemista; este recambio se concretará con la victoria de la Alianza, en 1999.

Esta etapa se cierra enseguida después de la victoria de la Alianza con la movilización que convoca Moyano en febrero de 2000. Se rompe de este modo el frente de las direcciones opositoras, ruptura que es definitiva a partir de diciembre de 2001.

El período del gobierno de la Alianza puso de manifiesto los límites insalvables de la CTA, que opera como correa de transmisión del gobierno de turno, y que se manifestará en forma grosera en la oposición de sus dirigentes al levantamiento popular de 2001. El planteo de la CTA (pluralismo de centrales sindicales y sindicatos, y organización policlasista con la incorporación de las pymes y los sectores del capital agrario de la FAA a la central sindical) se agota en esta etapa como consecuencia de su responsabilidad en el gobierno de la Alianza.
En la actualidad, la burocracia de la CTA pretende obtener su reconocimiento gremial actuando como comparsa del kirchnerismo.

2. La transición actual está marcada por fenómenos diversos. Desde antes de la crisis de 2001 se produce la unificación nacional del movimiento piquetero, en el cual convergen numerosas organizaciones políticas y distintas expresiones de base del movimiento obrero. Por su militancia enérgica, el movimiento piquetero será, durante un período importante, el auxiliar principal de las manifestaciones de luchas de clases en las empresas y los sindicatos, como ocurre en el Subte y en las numerosas fábricas que enfrentan los despidos mediante la ocupación de las instalaciones. La combatividad que manifiestan los primeros núcleos sindicales que se desarrollan al margen de la burocracia reconoce la influencia del movimiento piquetero. En una primera fase de la crisis abierta en 2001, la burocracia sindical se mueve a la deriva. Con el ascenso de Kirchner encuentra un nuevo eje político: el gobierno K, su planteo de protección de la burguesía industrial mediante una moneda devaluada y, como moneda de cambio, la convocatoria de las paritarias y la modificación de unas pocas leyes laborales del menemismo (pero preservando la reforma laboral Banelco, que establece los convenios articulados y reglamenta la flexibilidad laboral). La reconstrucción del Estado que emprende el kirchnerismo habilita al moyanismo a: uno, tomar bajo su dirección a la CGT; dos, impulsar las movilizaciones de reencuadramiento sindical para plantear la nivelación hacia arriba de los convenios de trabajo. Esta acción le permite lanzar una ofensiva limitada contra la burocracia de los ‘gordos’ y el manejo de las cajas sociales. El frente moyano-kirchnerista se da a sí mismo un tono populista para clausurar el desarrollo piquetero, mediante la cooptación, y para contener las tendencias de izquierda en el movimiento obrero.

Agotamiento del kirchnerismo y crisis mundial

3. La transición política que se plantea ahora en el movimiento obrero es un resultado de factores concurrentes. Pero tienen una misma matriz política: el veloz agotamiento del kirchnerismo. De nuevo: el proceso sindical se encuentra condicionado por factores sociales y políticos de conjunto; esto no se debe perder nunca de vista. El kirchnerismo consolida la pérdida de poder adquisitivo del salario generada por la crisis de 2001. Con la inflación y la crisis mundial, el poder adquisitivo de los obreros sindicalizados ha vuelto a caer, mientras tienen lugar despidos masivos y suspensiones, en especial entre compañeros contratados. El agotamiento del periodo kirchnerista se manifiesta, en lo relativo a los sindicatos, en la suspensión de las paritarias, lo cual implica una ruptura del equilibrio inestable entre el Estado y las patronales, de un lado, y los sindicatos, del otro. Otra manifestación de la quiebra de este equilibrio es la impotencia oficial frente al vaciamiento patronal, como se ve en Massuh, Mahle, Civec y hasta en Paraná Metal, y en la crisis que sufren las gestiones de las empresas recuperadas existentes.

La crisis capitalista mundial abarca un extenso período, que cubre varias etapas –desde antes de la década del ’70. Todas las crisis nacionales fueron detonadas por tal o cual fase de la crisis mundial. La bancarrota capitalista que se desarrolla desde mediados de 2007 no es, por lo tanto, la interrupción de un proceso de estabilidad. La condición social de las masas sigue una curva descendente, zigzagueante en el tiempo y desigual según las categorías de trabajadores, desde hace cuarenta años. En el momento actual, a la ola de despidos determinada por la recesión industrial, la acompañan fuertes reestructuraciones laborales. La tendencia a salir de la crisis pasa por una acentuacón de la presión de las patronales. El mejor ejemplo son los planes de Kraft para sustituir los tres turnos por el turno americano de dos y su continuo desconocimiento de las categorías. Exactamente los métodos a los que se atribuyen la ola de suicidios en France Telecom.

La bancarrota capitalista priva de márgenes de maniobra a la burocracia sindical, la cual en todo el mundo, sin excepción, se ha adaptado a los planes de rescate de los capitalistas por parte del Estado. Su línea general es aceptar los despidos de contratados; apelar al seguro al parado; financiar las suspensiones con recursos estatales. Para la burocracia, aparentemente, la crisis sería de corta duración por obra de la intervención del Estado. Pero pretende desconocer que la recuperación está condicionada a una enorme reestructuración laboral contra el proletariado. El inmovilismo de las burocracias sindicales está produciendo, como consecuencia, estallidos parciales y localizados de numerosos contingentes de trabajadores en la mayor parte de los países y una crítica cada vez mayor a la burocracia. La crisis fiscal que provoca la bancarrota capitalista y las operaciones de rescate se comienza a manifestar en despidos de trabajadores del Estado y en huelgas generales de este sector. La transición en los sindicatos se manifiesta en todo el mundo de un modo vacilante e irregular, pero en muchos de ellos (Argentina, Brasil, México o Corea del Sur y hasta China) es una tendencia que pugna por abrirse paso.

Una nueva dirección

La culminación del tránsito político en cuestión consiste en la expulsión de la caduca burocracia sindical y en el desarrollo de una dirección revolucionaria. Este fue el planteo de los años ’70, cuando la tendencia clasista adquirió su mayor vigor. La transición no se completó debido a diversas limitaciones políticas y fue liquidada por la feroz derrota propinada por la dictadura militar. Hay que destacar que para poner fin a esa transición fue necesaria una modificación feroz del conjunto de las condiciones políticas. No fue contenida ‘pacíficamente’ por parte de la burocracia sindical (que, por otra parte, tuvo que aliarse a la Triple A) ni del movimiento peronista. En la situación actual, a diferencia de los ’70, ninguna de las corrientes que actúa en el movimiento obrero plantea el objetivo de una nueva dirección, de carácter clasista, lo cual es la expresión de una adaptación al marco democrático. Las distintas tendencias que se ubican en la izquierda del movimiento obrero, con excepción del Partido Obrero, plantean un desarrollo ligado a la CTA, a la cual le atribuyen un rol ‘protector’ (a pesar suyo) del crecimiento clasista. No es casual que esté ausente en la izquierda una caracterización de la transición sindical, o sea de sus tendencias agonizantes y de sus tendencias emergentes. La transición es un movimiento de negación de la situación existente. La transición expresa, por un lado, la disolución y descomposición del sindicalismo de colaboración de clases integrado al Estado y, por el otro, el desarrollo de una nueva perspectiva histórica en el movimiento obrero.

La CTA se encuentra integrada al Estado a igual título, aunque bajo formas diferentes, que la CGT. Desarrolla el colaboracionismo de clase en una forma incluso superior, pues sus estatutos prevén la integración de sectores autónomos, con la intención de neutralizar a los que se encuentran sindicalizados, o incluso a sectores que explotan trabajo asalariado. Desde el punto de visto político se ha asimilado a la burocracia de la CGT, pues forma parte del gobierno kirchnerista. La oposición interna al oficialismo en la CTA es muy variada, pero (a excepción del PO) es circunstancial, no de principios, pues no concibe a los sindicatos como escuela de la lucha de clases y de la revolución social. Al igual que en la CGT, están ausentes los planteos básicos de la democracia y autonomía sindicales: renovación y revocabilidad de mandatos; soberanía de las asambleas; plenarios de delegados con mandato; ruptura con el gobierno e independencia del Estado. No puede hacerse una distinción de principios entre las fracciones de Yasky y De Gennaro. En el conflicto agrario fueron apéndices de dos fracciones opuestas de la burguesía. La CTA ha fracasado en toda la línea como posibilidad alternativa; es, a todos los fines prácticos, un complemento de la burocracia de la CGT, con la cual comparte la dirección de varios sindicatos, por ejemplo, Foetra. El conflicto en Kraft no solamente la tuvo mirando desde la tribuna (mientras apoyaba, simultáneamente, otras acciones del gobierno), sino que puso de manifiesto su hostilidad a secundar, siquiera, una lucha que delimitó campos a nivel nacional. Esta descomunal incapacidad le salió por la culata, pues terminó en una ratificación de la negativa, de parte del gobierno, a concederle la personería sindical. Los supuestos protectores quedaron a la intemperie. Es consecuencia de su ilimitada cobardía política.

4. La transición política en el movimiento sindical tuvo en los últimos meses manifestaciones aleccionadoras. En el Subte, Kraft, Mahle, Massuh, Paraná Metal, Cive, Ingenio El Tabacal, los petroleros de Santa Cruz, docentes de Suteba. Recientemente, esta tendencia cobró un relieve extraordinario con la votación extraordinaria de la Lista Multicolor en las elecciones para Consejo en Suteba. Estos procesos, que la prensa devalúa como ‘internas’, son manifestaciones concretas de la tendencia a la disolución de la burocracia sindical y al desarrollo de un nuevo período político. En estos y otros miles de casos similares (papeleros, petroquímicos, varias seccionales metalúrgicas, mineros), la mediación de la burocracia (colaboración de clases) es quebrada por una tendencia de los trabajadores a reapropiarse de su organización.

Es una tendencia a la reorganización social y política sobre nuevas bases. Es por esto que esas movilizaciones evocan un movimiento de solidaridad abierto o difuso en las masas, e incluso crisis políticas. Al mismo tiempo, pone de manifiesto la crisis de la dominación política de la burguesía. Se ponen de manifiesto las contradicciones de la limitada democracia capitalista y de la conciliación de clases.

Otro aspecto de la disolución de la burocracia es su creciente implicación en corrupciones económicas que sacuden a la sociedad o su vinculación con actividades y con crímenes mafiosos. La mayor parte de la burocracia, incluida la de la CTA, se ha convertido en una casta semi-patronal o semi-capitalista.

La transición de la que estamos hablando está vinculada a una transición histórica más amplia, que la pone en perspectiva y determinada su contenido. Nos referimos a la bancarrota capitalista internacional y a la carga suplementaria que impone a las masas. Las reivindicaciones más elementales del período en curso (derecho al trabajo, ingreso mínimo igual al costo de la canasta familiar), así como aquellas que tienen que ver con las conquistas perdidas (recuperación de las ocho horas y del contrato laboral por tiempo indeterminado, control de los ritmos de producción, libertad de afiliación sindical); estas reivindicaciones son contradictorias y, en cierto punto, incompatibles, con el régimen capitalista; en todo caso requieren un despliegue de la acción directa de las masas. En estas condiciones, la transición sindical está presidida por un contenido anticapitalista. La crisis de conjunto del capitalismo pone en relieve el abismo que separa a las masas y al movimiento clasista de la burocracia sindical.

Programa y organización

5. La transición política en el movimiento obrero solamente puede ser completada a partir de un programa y por medio de una organización. Destacar de la forma más aguda su tendencia no debe hacernos pasar por alto su carácter embrionario. Esto significa que es necesario un sistemático trabajo de preparación, que puede verse apremiado por una aceleración del ritmo de la crisis y de la lucha entre las clases. Esta preparación necesita desarrollar las agrupaciones clasistas, por lo menos en los sindicatos principales. Significa un trabajo planificado para sortear las represiones de la patronal y de la burocracia; un trabajo de propaganda y formación política; la organización de la intervención en las luchas mediante la agitación y la organización. El llamado a formar movimientos nacionales, bajo la influencia de acontecimientos episódicos, está condenado al fracaso. Es necesaria una maduración política sobre la base de la lucha y de la organización.

Los nuevos movimientos sindicales no solamente existen como oposición en los sindicatos; tienen también expresiones dirigentes en distintos niveles, que han surgido con independencia de la CGT y de la CTA. Son los casos del Cuerpo de Delegados del Subte; de los ceramistas de Neuquén; de varias seccionales de Suteba; del nuevo cuerpo de delegados del Tabacal –más allá de esto, de numerosas internas en sindicatos como gráficos, papeleros, metalúrgicos, docentes, periodistas, no docentes, mineros, pintura, ferroviarios, televisión, telefónicos, docentes universitarios, neumáticos, carne, entre otros. No han nacido por la acción de ningún aparato, vieron la luz como consecuencia de la lucha. Su perspectiva objetiva apunta a expulsar a la burocracia de los sindicatos y organizar una dirección anticapitalista y revolucionaria. El planteo de contener estas expresiones parciales de nueva dirección en el campo de la CTA, para desarrollarse bajo su alero, equivale a su liquidación política. Este movimiento solamente puede desarrollarse por medio de la delimitación con la CTA, la cual es una burocracia que opera como una rueda auxiliar del Estado. Es necesario confrontar con el planteo ‘pluralista’ de la burocracia de la CTA, en primer lugar por medio de un programa, no escamotearlo. La crítica a la política de la CTA y la denuncia de su fracaso para ofrecer una alternativa a la burocracia de la CGT servirán para abrir un proceso de deliberación y debate. Esto significa que se convoque a un Congreso de bases de la CTA y de todos sus sindicatos, o sea un Congreso de delegados electos y con mandato. Con este planteo de Congreso de Bases, las nuevas direcciones clasistas podrían proponer un frente único a las corrientes combativas dentro de la oposición a la burocracia que existen, multivariadas, en la CTA. El planteo de una disolución dentro de la CTA está directamente ligado al abandono del planteo de una nueva dirección, de carácter clasista, del movimiento obrero.

Como se ha dicho, es necesario, en el próximo periodo, desarrollar las agrupaciones que ya existen o formar otras nuevas – por lo menos en los sindicatos principales– y, por lo tanto, desarrollar los instrumentos para su trabajo – en primer lugar los boletines o prensas sindicales– que en muchos casos deberán circular de mano en mano o en forma ‘clandestina’. En numerosos casos, estas agrupaciones se encuentran en relación con otras agrupaciones que también son críticas de la burocracia sindical, pero que actúan con otras bases y perspectivas políticas – como ya se señaló, la tendencia a la adaptación a la burocracia de la CTA y el retiro del planteo de una nueva dirección. En estos casos es necesario combatir el faccionalismo, que es siempre un factor desmoralizante en el trabajo sindical. La comprensión del carácter transicional de este período servirá para destacar los objetivos de conjunto del nuevo movimiento obrero y clarificar su política y sus métodos.


6. La conferencia sindical que convoca el Partido Obrero debe ser organizada minuciosamente, o sea con una discusión clara con todas las agrupaciones y activistas invitados, y preparada con reuniones e intercambios de opiniones, que se manifiesten en contribuciones y aportes al programa, desde todo origen. Entre los grandes temas, se apuntan: a) un programa de reivindicaciones frente a la crisis capitalista; b) una campaña para la reapertura de las paritarias con delegados electos; c) el destino de las fábricas recuperadas y la crítica a la autogestión bajo el capitalismo; d) el método de desarrollo de las agrupaciones sindicales; e) los métodos de una campaña nacional de apoyo a las luchas, como las que protagonizan el Subte, Kraft, Mahle y Paraná Metal, o el conflicto potencialmente explosivo de los pulpos del ramo con los trabajadores petroleros; y los métodos de una campaña por una huelga nacional de la CGT y de la CTA.

KIRCHNER, CARRIO, CASARETTO

Infelices los niños

La posible creación de una “asignación universal por hijo” volvió a ganar el primer plano de la situación política. El telón de fondo de esta polémica –que envuelve al gobierno, a sus opositores y a la Iglesia–, es pavoroso. En el último año, 400.000 obreros perdieron su trabajo. En relación con lo que viene, hasta los economistas que confían en una reactivación señalan que “lo peor para el mercado laboral aún está por llegar” (Informe económico de la Universidad Di Tella). Es que la recuperación capitalista plantea una feroz competencia entre pulpos, que éstos querrán dirimir en base a despidos y mayor superexplotación laboral. Como botón de muestra, está el ataque a los obreros de Kraft. Durante este mismo año, las paritarias fueron virtualmente anuladas y los salarios se ajustaron con “techos” ubicados por debajo de la inflación real.

Mientras tanto, hasta el Indec reconoce que, en medio de la crisis, los pocos empleos que se generan son precarios. Según esas mismas estadísticas, los trabajadores “no registrados”, que son la mitad de toda la clase obrera, ganan en promedio unos 1.500 pesos. ¡Pero la “canasta básica” (línea de pobreza) ¡ya supera los 1.600 pesos! No se equivoca, entonces, quien atribuye el crecimiento de la pobreza a la “pérdida o precarización de empleo, a la suba de precios y remuneraciones planchadas en el sector informal” (Agustín Salvia, director del Observatorio de Pobreza de la UCA e investigador del Conicet, en Fortunaweb del 20/9).

A la luz de lo anterior, es evidente que el avance de la miseria social es un resultado directo de la explotación capitalista y de la tendencia de ese régimen social a trasladar sus crisis sobre los trabajadores.

¿Asistencialismo? Ni eso

Ni el gobierno ni sus opositores capitalistas tienen una salida para este crecimiento capitalista de la pobreza. Saben, incluso, que están echando más nafta a la hoguera de la miseria social. Por caso, acaban de aprobar un presupuesto 2010 que reduce sustancialmente los subsidios al transporte y otros servicios públicos, lo que van a resarcir con mayores tarifazos. Pero para los Kirchner o los Carrió, la pobreza no sería el resultado del proceso capitalista que ellos mismos promueven –y que implica despidos, suspensiones y mayor carestía. Para ellos, la miseria social sólo afecta a los “excluídos” o marginados del sistema. En ese caso, la salida a la pobreza no plantea un ataque al capital, sino que depende del asistencialismo estatal. De este modo, las asignaciones por hijo –tan meneadas por la CTA, pero también por el Banco Mundial– han vuelto a la palestra.

Pero, ¿en qué consiste el asistencialismo de un gobierno que está por someter sus cuentas al control del FMI y se prepara a “reanudar relaciones” con el capital financiero internacional? Por lo pronto, el proyecto oficial ubica la asignación por hijo en 135 pesos. Para la consultora Ecolatina, la “canasta”, no de pobreza, sino de indigencia, ascendía en julio pasado a 260 pesos por persona. O sea que la caridad oficial apenas cubre la mitad del alimento de los menores que pretende amparar. El gobierno, por otra parte, se opone a la “universalidad” del subsidio, o sea que tampoco está claro a cuántos menores alcanzaría la asignación oficial.

Cristina Kirchner ha querido zafar por izquierda de los cuestionamientos opositores, señalando que prefiere abordar la pobreza “desde el trabajo y no desde la beneficencia”. De ese modo, reivindicó al régimen de contratación de cien mil trabajadores “cooperativizados” para la obra pública. La cifra coincide con los obreros de la construcción que perdieron su trabajo con la crisis y que, en el marco del plan oficial, volverían a los andamios sin convenio ni derechos laborales. En nombre de la creación de trabajo, la “política social” del kirchnerismo apunta a la destrucción del trabajo y sus conquistas. El ingreso precario de los cooperativistas pretenderá ser un nuevo piso para la contratación laboral de los capitalistas de la construcción. Mientras se llena la boca con “los niños”, el kirchnerismo agrava las condiciones de vida y de trabajo de sus padres trabajadores.

Carrió y Casaretto

En ese cuadro, la pastoral social y el “Acuerdo Cívico” de Carrió y Morales salieron a doblarle la apuesta a la mezquindad oficial. Propusieron que la asignación por hijo llegue a la “friolera” de 180 pesos y que sea universal. Pero a la hora de explicar de dónde saldrían los recursos, la Pastoral planteó que una parte podría financiarse con “los actuales planes Familias y Jefes y Jefas de Hogar” (Clarín, 20/9). En ese caso, la “asignación por hijo” serviría de pretexto para eliminar definitivamente a los actuales planes, que permanecen sin indexar desde hace ocho años. Para Carrió y Prat Gay, de todos modos, la “universalidad” iría más lejos: con el tiempo, piensan que podría sustituir a las actuales asignaciones familiares. O sea que el “subsidio universal” serviría de coartada para barrer con conquistas obreras, que pasarían a sumergirse en el rasero común del asistencialismo estatal.

La clase obrera, frente a la pobreza

Bajo la infame pantalla común de la niñez desamparada, oficialistas y opositores quieren disimular su apoyo a la escalada capitalista contra la clase obrera, que golpea los salarios, los convenios y el derecho al trabajo. En torno de esta ofensiva, la burocracia sindical ha cerrado filas con los capitalistas y con el gobierno. En la CTA, Yasky y Lozano deben estar celebrando como una victoria política la “instalación” mediática de la asignación universal por hijo. Ello, mientras miran para otro lado en Mahle, Paraná Metal, Kraft y cualquiera de las luchas donde estuvo en juego el derecho al trabajo de miles de familias obreras. Los burócratas pretenden encontrar en el asistencialismo estatal la excusa para no luchar. Pero la caja de ese Estado está hipotecada ante el capital financiero. Los capitalistas y el gobierno sólo abrirán la billetera de la “política social” cuando sirva para promover el empleo precario (cooperativas), liquidar conquistas obreras o subsidiar capitalistas, como ocurre con el Repro.

La lucha contra la pobreza pasa, en primer lugar, por prohibir los despidos, luchar por un salario que cubra el costo de la canasta familiar, que hoy no es inferior a los 4.400 pesos; por la reapertura de las paritarias; por un subsidio al desocupado que cubra el 82% de esa canasta familiar y una jubilación móvil que parta de ese mínimo. Construyamos, en todos los sindicatos, direcciones clasistas para luchar por ese programa.

Marcelo Ramal

LOS MARISCALES DE LA POBREZA


Un día, el cura, el banquero y la Presidenta coincidieron.

“Hay que ocuparse de los niños pobres”, dijeron los mismos que condenan a sus padres a despidos, a salarios bajos, a una carestía feroz.

Aunque todos desconfiaron, la limosna ni siquiera fue grande.

Cristina quiere arreglar a los hijos de los obreros desocupados con 135 pesos. Carrió y el obispo Casaretto se “estiraron” hasta 180.

Mientras tanto, las necesidades integrales de una familia obrera ¡superan los 4.000 pesos por mes!
Los campeones de la “asignación universal” anunciaron su receta: la “universalización” de la miseria.

Para entregar estas monedas, quieren echar mano de los actuales planes Jefes y de las asignaciones familiares.

No quieren poner un peso más de la caja del Estado, que tiene otra prioridad: el FMI, el Club de París, los tarifazos.

Pero en la lista de estos mariscales de la pobreza, se anotan otros.

Los Yasky y los Moyano también aplauden esta “asignación universal”, después de tolerar el despido de 400.000 compañeros en el último año.

El porvenir de nuestros hijos y nuestros puestos de trabajo no puede depender de ellos.

En oposición a la burocracia, un nuevo movimiento obrero exige su lugar.

Como en Kraft, en Paraná Metal, en Mahle y en todas las luchas de la clase obrera contra la crisis capitalista.

La miseria política de los Kirchner y sus opositores capitalistas no tiene salida.

La miseria social sí la tiene, en una lucha, una alternativa y un programa propio de los trabajadores.

Una nueva etapa después de Kraft



Como ningún otro acontecimiento, la huelga de la ex Terrabusi ha delatado la demolición política del gobierno kirchnerista.

En la represión a los obreros de Kraft, los “nacionales y populares” no sólo actuaron por cuenta y orden de la Embajada norteamericana. Peor aún: trataron de disimularlo de cualquier modo. Los voceros oficiales insisten en afirmar que “no recibieron ninguna presión” (de la embajada); claro está, a varios días después de haber consumado el desalojo “por encargo” de la planta. El gobierno no puede reconocer que perdió la capacidad de arbitrar en la crisis política, y que sólo es peloteado por las fuerzas sociales que actúan en ella.

Los palos del viernes 25 desnudaron la cobardía del gobierno, sin que ello les valiera a los Kirchner un solo gramo adicional de confianza por parte del imperialismo. Por el contrario, una columna periodística en Nueva York acaba de denunciar al matrimonio presidencial porque “el miedo les prohíbe actuar. No quiere cargar con muertos. Entonces el problema no se resuelve” (The Wall Street Journal, 28/9). Pero los Kirchner tuvieron que relevar, precisamente, a un gobierno que se había cargado a dos muertos en el Puente Pueyrredón. De cara a la crisis y a la radicalización popular, el imperialismo y la patronal argentina reclaman la “salida” que han fracasado, una y otra vez, en aplicar. La reciente derrota del tarifazo sobre la luz y el gas da cuenta de una impasse que no sólo es de los Kirchner, sino de todo el régimen político.

A pesar de ello, De Vido acaba de confirmar la reimplantación de ese tarifazo que debió suspender en julio. Quieren hacer correr los aumentos en medio de los menores consumos del verano, pero pueden terminar echando más leña al fuego de la agitación popular. Al gobierno ya no le salen bien ni sus operativos de cooptación: el plan de “trabajo cooperativo” (precario) anunciado por Cristina ha removido las aguas de todas las organizaciones de desocupados, incluyendo a las filokirchneristas, y se ha transformado en un factor de crisis y disputas al interior de las intendencias y punteros bonaerenses.

Burocracia sindical

Por sobre todas las cosas, la huelga de Kraft mostró el derrumbe oficial a través de uno de sus principales pilares: la burocracia sindical. El país entero venía de asistir al desfile de los Moyano, Zanola y otros involucrados en el negocio criminal de los medicamentos truchos. Ahora, la lucha de Kraft los ha mostrado como un sindicalismo vencido, incluso para jugar su histórico papel de freno. Los ataques permanentes de Moyano o de Daer a la huelga de Kraft ni siquiera rozaron la determinación de lucha de sus trabajadores. Más aún: cuanto más encarnizadas eran sus alcahueterías, más se redoblaba la solidaridad de la clase obrera combativa con los obreros de Kraft. Los viejos burócratas no pudieron con la huelga, tuvo que ir la infantería a hacerse cargo de ella. Súbitamente, los diarios se han dedicado a contarle las costillas a la misma “izquierda radicalizada” a la que silencian todo el año. Pero la nueva camada de activistas obreros no irrumpe en el vacío. Se abre paso, y es también un resultado, de la completa descomposición de la burocracia de los sindicatos. Ese ajuste de cuentas no deja afuera a la CTA, la central “independiente” que no resolvió una sola medida activa de apoyo a la gran expresión independiente y antiburocrática de Kraft en el curso de los 38 días de huelga.

Dos puntas tiene el camino

En definitiva, bastó con una firme huelga obrera para que la “iniciativa política”, que el gobierno decía haber recuperado con la ley de medios, se volatilizara. En realidad, la “iniciativa” también la perdió con la propia ley de medios. Lo que el Senado se apresta a votar es una solución de compromiso con Clarín y otros grupos mediáticos, que le otorgará un amplio margen de tiempo a los pulpos para negociar la venta de sus activos. La “iniciativa” parece derretirse, también, en las negociaciones con el FMI, el Club de París y los acreedores de la deuda que no fue refinanciada en 2005. La “apertura al crédito internacional” sólo se hará en las condiciones leoninas que reclaman los usureros.

Durante varios meses, la crisis social y política fue disimulada con los arreglos parlamentarios y en la ilusión oficial de recobrar una iniciativa de la mano de los acuerdos políticos, en particular con el centroizquierda. Pero las combinaciones parlamentarias no pueden dar cuenta de los despidos, la carestía, el aumento de la pobreza o los tarifazos. Por eso, el centro de la situación política ha vuelto a las calles.

La huelga de Kraft abrió una nueva etapa política, donde tendrá que dirimirse qué fuerzas sociales se harán cargo de la crisis que emerge con la descomposición del kirchnerismo. La disyuntiva que se abre después de Kraft es clara. Por un lado, está la jauría patronal que exige el arreglo inmediato con el capital financiero, los tarifazos y un “ordenamiento” de las relaciones laborales de la mano de la infantería. Por el otro, está la profunda corriente de lucha que ha emergido con Kraft, que exige poner en pie una alternativa propia de los trabajadores.

Marcelo Ramal

LA VOZ DE LAS FABRICAS



De pronto, los comunicadores oficiales que pregonaban el “progresismo” de la ley de medios se tuvieron que callar. En cuestión de minutos, el gobierno que defendían les explicó cuál es el “triple play” que mejor conoce: la santa unión de la patronal yanqui, la infantería y los burócratas sindicales, en contra de la clase obrera que lucha.

¿Dónde quedó el gobierno “enfrentado a los monopolios”? Actuando por cuenta y orden de la jefatura general de monopolios, o sea, de la Embajada yanqui.

La planta de la ex Terrabusi fue convertida en un campo de concentración, donde decenas de trabajadores fueron apaleados y privados, incluso, de su derecho a la defensa.

A fuerza de palos, Terrabusi volvió a trabajar. Pero Moyano-Daer, Aníbal Fernández y la Unión Industrial no tienen nada que festejar.

Es que la lucha de Kraft los desnudó de cabo a rabo.

Mostró que los “sindicalistas” oficiales sólo sirven para lucrar con medicamentos truchos. De la clase obrera, los separa un abismo.

Deschavó a un gobierno que, en su caída libre, sólo aspira a salvarse siguiendo el libreto de los usureros de la deuda o los monopolios que reclaman tarifazos.

¿Qué decir, finalmente, de los Lozano o Solanas, entretenidos en arreglos parlamentarios con el mismo gobierno que reprimía en Pacheco?

En oposición a todos ellos, la lucha de Kraft puso en las calles a una generación de jóvenes obreros, de estudiantes, de desocupados.

“Vayan a estudiar”, ladró la jauría de C5N. “No hay porvenir para nosotros en el país de los despidos”, le sacudió el presidente de la Fuba a todos ellos.

Pero la voz de la calle, que se hizo sentir por Kraft, llegó para quedarse. Así lo exigen los nuevos tarifazos, que el gobierno se empeña en aplicar. Y la distancia cada vez mayor entre los salarios y la carestía.

Por sobre todas las cosas, la lucha que ha ganado las fábricas, facultades, calles, rutas y autopistas exige que pongamos en pie una alternativa propia de los trabajadores.

La lucha en Terrabusi desenmascara a los ‘audiovisuales' K

La ley audiovisual del trío K-Solanas-Binner tuvo su preestreno con el conflicto del Terrabussi. Los Moyano, Daer y compañía, futuros titulares de los medios que serán emancipados por la ley K de los monopolios capitalistas, hicieron punta en la exigencia de que el Estado ponga fin a esta lucha, lo que supone un llamado a la represión. Los kirchneristas fanáticos de la CTA no han movido por la lucha de Terrabusi ni el 0,1% de lo que supieron hacer para apoyar la ley K de medios cuando aún incluía el ingreso de los pulpos telefónicos. En la dirección de Foetra revista uno de los principales dirigentes de la central alternativa, que no se privó de fogonear la ley tele-audio-visual en las audiencias públicas, pero que no haría un paro de cinco minutos para apoyar a los obreros del pulpo internacional de la alimentación. No hace falta decir que la patronal de Clarín hizo frente con la patronal de Kraft, como ha ocurrido siempre y no podría ser de otro modo, y que sigue caracterizando mentirosamente a la lucha de los compañeros del subte como “una interna gremial” (pero a la interna que ellos tienen con los K y sus capitalistas amigos la presentan como un combate de salvación nacional). Los animadores de la reconquista de la palabra por medio de la ley, o sea los K de Carta Abierta y otros blogueros chistosos, no se hicieron ver ni una sola vez en la Panamericana con los obreros, o en las innumerables manifestaciones que se realizan en su apoyo. En la Universidad, los comunicadores del oficialismo se encuentran mudos, y miran impávidos la movilización de los estudiantes en solidaridad con los trabajadores. Es que comprenden perfectamente bien que la lucha en Kraft-Terrabusi pone en jaque al sistema, y que alimenta muchas otras del mismo cuño, que asestarían golpes mortales a la burocracia sindical y a las camarillas del gobierno y de la universidad –o sea que pondría en cuestión al régimen cuyas migajas se esmeran por usufructuar. Cuando se tiene en cuenta el lugar fundamental que ocupan las mafias sindicales en el aparato del estado, debiera quedar claro que luchas como las de Kraft-Terrabusi son las únicas que merecen el nombre de luchas por la democracia.

El Estado, un monopolio de la violencia de clase

Por aquello de que en la cancha se ven los pingos, la lucha de Kraft-Terrabusi, el subte, Mahle o Paraná Metal muestra el real contenido político de un proyecto audiovisual que emana de un estado capitalista. Los que escriben para apoyar el mamotreto no se tomaron un instante para preguntarse cómo la libertad de expresión podría surgir de un poder de coerción que está al servicio de la reproducción del sistema capitalista. Para los deconstructores de la palabra, el Estado es poco menos que un limbo, un espacio neutral entre las clases, casi un muro de los lamentos del desgarramiento social. Por eso le atribuyen intenciones angelicales al gobierno de Barrick Gold, de la explotación minera a cielo abierto, de los desmontes, de las petroleras, de Telecom, de los banqueros, de los canjistas de deuda, del FMI y, ahora, de la deuda estatizada que dejaron Videla-Cavallo con el Club de París. Para el capitalista los medios son un negocio; para el estado, que es la representación de todos los capitalistas, o del capitalismo como régimen, es un medio de dominación política de los capitalistas que hacen los negocios. Esa dominación política necesita la dominación mediática o simbólica, no para vender mercancías, sino para someter la conciencia política de las masas en forma directa.

Solanas sabe esto mejor que nadie, por eso no es una ingenuidad de su parte que haya votado la ley del gobierno de Xstrata, Anglo Gold y las petroleras. Esta buscando un espacio político, que primero intentó con Juez y ahora con Kirchner; a lo mejor los K lo votan para el segundo turno a intendente porteño en 2011. Lo mismo vale para Binner, que llegó a la conclusión de que no puede pelear su provincia contra Reutemann y los K simultáneamente. Después que le entregó a su ministra Alarcón al gobierno nacional, para promover un acuerdo con los sojeros, Binner se arrima el mismo a la mesa de juego.

Telefónica, Telecom, Telmex, Clarín y diez más

Pero se lo mire por donde se lo mire, el proyecto K sigue siendo el de las telefónicas. La Presidenta lo dejó en claro cuando advirtió que no se podía ir contra el progreso tecnológico. Los K buscan desalojar a Clarín para cederle el espacio a una banda numerosa de capitalistas de las telecomunicaciones. Lamentablemente para el oficialismo, sus tiempos políticos no ritman con los de los pulpos. Hasta que la situación del capital de varias telefónicas no sea definida, sus incursiones audiovisuales quedarán relegadas. Pero el desalojo que han sufrido en el proyecto de ley no ha desanimado a los capitalistas del ramo. Los nuevos bríos que ha cobrado la lucha por la adquisición de las acciones de Telecom es una demostración que el servicio del ‘triple-play’ (telefonía, Internet, televisión) está a la orden del día. Ernesto Gutiérrez, capitalista K del grupo Eurnekian lo dice sin rubor: “hay al menos una decena de interesados en la compañía” –en referencia a Telecom (Ambito, 22/9). Tanta avidez no responderá a que los desalojaron del negocio. La ocasión para la ‘reentré’ de estos pulpos la brindará la ley de telecomunicaciones, cuando deba repartirse el manejo de la estructura instalada. En ese momento, Clarín también hará su oferta, puesto que es uno de los postulantes para entrar en Telecom.

Por otra parte, en la reunión que la Presidenta tuvo el miércoles 23 en Nueva York con la elite empresarial, recibió el respaldo a la Ley de Medios del representante de Fox International Channels, porque “adaptará el mercado argentino a los nuevos tiempos” (La Nación.com).

Este negocio de buitres explica el final que se va avizorando de la novela: los multimedios que deban proceder a desinversiones para adecuarse a la ley gozarán ahora de tres años de tiempo, gracias a las modificaciones que hará el Senado. El diputado oficialista Rubén Morgado dijo que el plazo que tendrán los grupos empresarios para desprenderse de medios empezará a correr “desde que la autoridad de aplicación establezca los tiempos de transición”. Morgado añadió que definir la “autoridad de aplicación” podría demorar varios años...

De aquí a finales de 2012 hay un enorme espacio de tiempo para acomodar a todo el mundo en la redistribución de la industria audiovisual. Seguramente habrá un lugar también para las cooperativas telefónicas que negrean a consumidores y trabajadores en numerosas localidades del interior, pero en calidad de tercerizadas. El pequeño capital no puede competir con el grande en una industria de cambios constantes, que se ha destacado por ser la única que atrajo capitales en el curso de la presente crisis mundial.

La centroizquierda se deshoja

Cuando se despoja al debate audiovisual de sus mentiras, lo que queda es el completo sometimiento del gobierno a los grandes capitalistas y el total servilismo político de la centroizquierda. ¿A quién creen estos prohombres que le está reservado el espacio que se le recortará a Clarín? ¿A la Solanas Production? Los centroizquierdistas que votaron con los K en diputados saben perfectamente que estamos ante un proyecto para los monopolios telefónicos, pero han preferido esconderse detrás de la hoja de parra que les tiró la Presidenta hasta mejor ocasión.

Pero para el común de los mortales la inconsistencia centroizquierdista no es una novedad, aunque lamentablemente espera que la próxima vez no sea cierto.

Jorge Altamira

Honduras: la tercera es la vencida

El dato más relevante de la aparición del presidente Zelaya en la embajada de Brasil en Tegucigalpa es el inédito respaldo que recibió de la mayoría de los bloques políticos y de los monopolios mediáticos de Brasil. No es poca cosa el respaldo que ofreció a la movida la red Globo, que es una suerte de Clarín elevado al cuadrado. Cualquiera que esté al tanto del faccionalismo de la política brasileña y de la hostilidad mediática hacia el PT no podría dejar de notar esta circunstancia. En este operativo retorno, Lula ha contado con el apoyo de esos mismos rivales que le han boicoteado hasta ahora la incorporación de Venezuela al Mercosur, o que lo acosan por su apoyo al ultracorrupto José Sarney –un líder del partido de gobierno en coalición con el PT–, o por sus relaciones con el Movimiento de Trabajadores sin Tierra (aunque en Brasil lo único que progresa es la concentración del capital agrario). Este relevamiento de datos pone al descubierto otro dato aún más importante, que es la marginación de Chávez del operativo retorno. Cuando se juntan estas puntas es inevitable sacar la conclusión de que Lula contó con el apoyo de Obama – si no desde el vamos, al menos desde que la empresa entró en su cuenta regresiva. Nada podría conformar más al yanqui que una operación democrática que deje a Chávez fuera del juego. Es una buena forma de retomar una agenda política que procura colocar en la órbita norteamericana a la mayoría de los gobiernos que coquetean todavía con el movimiento bolivariano. De cualquier manera, es necesario destacar que la operación dejó también al margen a buena parte del ‘staff’ del Departamento de Estado de Obama, que enseguida se declaró “sorprendido” por lo que había ocurrido, pues de otro modo la filtración de la movida habría desencadenado el bloqueo de los ‘halcones’ de la administración demócrata y de los republicanos. Obama, muy tempranamente, se ve obligado a gobernar con métodos conspirativos dentro de sus propias filas. El norteamericano tampoco podía seguir perdiendo tiempo: luego de haber anunciado que no reconocería las elecciones hondureñas que deberían tener lugar en noviembre, tuvo que soportar, como una señal de la alerta, la afirmación en sentido contrario de parte del presidente de Panamá – un libreempresista estilo 90. No podía correr el riesgo de que también se le descolgara su aliado militar Uribe. Había que jugar las cartas. Los brasileños, en apariencia tan reticentes a los gestos y a las acciones espectaculares (por supuesto que sólo en el campo diplomático), dejaron pagando en este caso hasta a los más extrovertidos. ¿Por qué será? Desde los acuerdos de Lula con Bush, que autorizan a las empresas brasileñas a exportar biocombustibles sin gravámenes hacia Estados Unidos desde América Central, Brasil ha jugado fuerte en la región.

Lo prueba la cuña que logró meter entre el presidente Funes, de El Salvador, y su partido, el FMLN, con tendencia al chavismo. Por esa misma razón, desde Brasil se ha apoyado a las ONGs que participan del movimiento nacional contra el golpe en Honduras. Las uñas que Lula le cortó al PT puertas adentro del país se las afiló para que sirva a su política extranjera. Zelaya ya había adelantando, hace dos semanas, al The Washington Post (6/9), que su vuelta a casa tendría lugar antes de las elecciones de noviembre. Por fin hay alguien que cumple lo que promete. Después de dos intentos fracasados, Zelaya vuelve de la mano de los gobiernos capitalistas encabezados por un afro, descendiente de ghaneses, y un emigrante de la miseria del nordeste brasileño.

El pueblo, unido

Naturalmente que un factor decisivo (el mayor) en el giro de los acontecimientos hondureños ha sido el papel de las masas. Han estado noventa días en una movilización ininterrumpida. Como consecuencia de la crisis económica se habían incorporado a la protesta nuevos sectores. La parálisis comercial es cada vez mayor, lo que ha colocado a muchos sectores de la burguesía media al borde de la ruina. Los movimientos populares anuncian una situación insurreccional en varias partes del país y en los barrios de la capital. Las elecciones iban de todos modos al fracaso, y en todo caso no delineaban una normalización del proceso político sino mayores perturbaciones. A alguien se le ocurrió que era mejor no dejar para mañana lo que se podría perder por completo incluso hoy. Lula y Obama saben bien que el compromiso propuesto por Arias y aceptado por Zelaya está muerto. Nadie logrará que el mandatario depuesto se limite a presidir las elecciones que ganarán sus adversarios. La aceptación de un interinato para Zelaya sería una forma de amortiguar la convocatoria inevitable de una Asamblea Constituyente en un plazo previsible (o sea de limar por completo cualquier tendencia revolucionaria que anide en el pueblo). El proceso normalizador lo piloterían Lula y Obama, que dejarán convenientemente afuera el asunto de las bases colombianas y el supuesto peligro que corre la Amazonía. Deberán discutir un pacto global –‘um verdadeiro sonho brasileiro’.

Es claro, sin embargo, que una crisis que obliga repetidamente a la adopción de medidas excepcionales no tendrá una salida súbita. Obama está enfrentando una crisis bastante mayor en Afganistán, donde sus militares lo han emplazado a que refuerce la intervención militar y, por lo tanto, a que encare una decidida militarización de la política y de la economía norteamericana. Por otro lado, los criminales de guerra (oficialmente declarados como tales) de Israel insisten con la necesidad de noquear con armas nucleares las instalaciones de Irán. Tampoco nadie cree en la solvencia de la recuperación de la economía, que necesitaría nuevas dosis aún de ‘estímulos’ fiscales y financieros – que ya alcanzan, sin embargo, a escala mundial, unos veinte billones de dólares. Al cabo de ocho meses de gobierno, Obama no ha logrado imponer todavía ninguna política clara. Por eso Honduras puede convertirse en un campo de pruebas entre las varias líneas que dividen al imperialismo. Hasta Zapatero está descubriendo en España los escozores de una labor ‘destituyente’ por parte del bloque de sus adversarios, que no simpatizan tampoco con Obama.

Transición histórica

¿Qué hacer? La crisis hondureña es un nuevo peldaño en la transición política revolucionaria por la que atraviesa América Latina. Es necesario latinoamericanizar el combate hondureño con gigantescas movilizaciones de solidaridad y proceder a una clarísima delimitación de los gobiernos capitalistas democratizantes, siempre dispuestos a salvarle las papas al imperialismo. Asimismo, es necesario también convertir a Honduras en un punto de encuentro de todos los movimientos de masas de América Latina; de un lado para apoyar la revolución hondureña, del otro para conquistar, mediante la acción, una dimensión internacional. Ya no se trata de realizar Forum sociales con la rutina del reloj, sino de desarrollar un plan de acción para desembarazar a América Latina del imperialismo, desarrollar la revolución agraria, abatir a las oligarquías locales y al capital financiero, impulsar la revolución educacional y universitaria, y convertir al proletariado de la ciudad y del campo en vanguardia de una revolución social.

Jorge Altamira