La libertad de nuestros compañeros Hospital y Merino; la confirmación de la prisión para la patota de Barracas y el anuncio de incorporación de un millar de tercerizados a la planta del ferrocarril no son una simple suma de fallos y resoluciones. Llegamos a este punto después de una lucha tenaz y encarnizada. Se puso de manifiesto el compromiso de hierro que une al kirchnerismo con la burocracia sindical. Pero, también, el alcance profundo de la movilización obrera contra la tercerización y de todo el pueblo por el juicio y castigo a los asesinos de Mariano.
La lucha de los tercerizadosEn las últimas horas, el gobierno anunció la incorporación a la planta del ferrocarril de un millar de tercerizados a partir del primero de enero. Si se concreta, estaríamos ante una victoria monumental del movimiento de lucha contra la tercerización -ello como resultado de las jornadas de movilización que tuvieron su expresión en decenas de piquetes, en las marchas posteriores al crimen de Mariano y en la tenaz acción del pasado jueves 23. Incluso en esas condiciones, quedarían en el Roca otro millar de tercerizados. Pero mil puestos ganados con la lucha son un desafío objetivo a la dictadura de la burocracia sobre el ferrocarril, la que sólo admite la incorporación a planta de sus elementos afines. Por ese motivo, Pedraza y Maturano (de la Fraternidad) se oponen cerradamente a esta reivindicación. Por lo mismo, siguen vetando la reincorporación de decenas de tercerizados despedidos.
La provocaciónEl veto de la burocracia a las conquistas de los tercerizados fue muy lejos. Para torpedear un acuerdo, la patota no vaciló en armar una provocación en la Plaza Constitución. Sin chances políticas de reiterar el escenario de Barracas (un ataque directo a los tercerizados), la burocracia se las arregló para reproducirlo en Constitución bajo la forma del vandalismo. Los desmanes buscaron frustrar las negociaciones, forzar a un levantamiento del corte de vías y justificar una acción represiva contra los tercerizados. En ese cuadro, se produjeron las detenciones de Merino y Hospital. Estábamos ante la reacción más completa del poder político contra las jornadas que sucedieron al crimen de Mariano. Las víctimas eran transformadas en culpables; la patota pasaba a ser sólo una de las partes del "enfrentamiento". De todos modos, no se trataba de un giro de la política oficial. El gobierno se limitó a desplegar abiertamente la orientación que siempre insinuó desde el 20 de octubre hasta hoy. El PO ya había sido atacado desde el gobierno en las horas posteriores al crimen de Mariano. En cambio, la Presidenta nunca condenó a Pedraza o a la patota por el crimen. Después de Constitución, en vez de investigar a la patota, el gobierno acusó al PO y detuvo a sus militantes. En el momento más álgido de la lucha contra las tercerizaciones, cerraron filas con los Pedraza.Enterada que los detenidos del PO serían procesados por "sabotaje", Garré -la ministra de la "seguridad democrática"- intentó culpar a los piquetes obreros del estado calamitoso de las vías. Luego, hizo lo propio con los hechos de Constitución. Pero Garré cantó truco sin cartas y salió escaldada. En la mañana siguiente, la Justicia liberaba a Merino y Hospital "sin pruebas de sabotaje alguno" (Clarín, 29/12). El mismo juez rechazaba cualquier relación de los luchadores ferroviarios con los hechos de Constitución. Las difamaciones contra el PO se derrumbaron.
Pedraza y los sieteLa decisión de confirmar la prisión a los siete detenidos por el crimen de Mariano fue precedida por esa batalla política, donde todos jugaron un papel definido. En el curso de ella, el gobierno asumió como propias todas las exigencias de la burocracia ferroviaria.Ahora que la Cámara Criminal confirmó la prisión de la patota, los escribas oficiales querrán atribuírsela a sí mismos. Pero esta victoria ocurrió no sólo a pesar de ellos, sino incluso en su contra. En cambio, el Partido Obrero trabajó todo el tiempo por ligar las extorsiones de Pedraza al punto crucial de la impunidad de la patota. Colocamos esta cuestión ante todo el país. En plena Navidad, el único afiche que alguien osó pegar en la Ciudad tenía una consigna clara: "No a la excarcelación de la patota de Pedraza". La prisión confirmada a los asesinos es el resultado de esa lucha y de la que sostuvieron a muerte los tercerizados; nunca del campo oficial, que trabajó por encubrir a los burócratas.
Lo que se vieneLa lucha de estos días ha demostrado que el pacto entre el gobierno, los Pedraza y los privatizadores en torno de los negocios ferroviarios continúa en pie. La defensa tenaz del régimen de tercerizaciones, así como el encubrimiento de la patota criminal, apuntan a salvar la gestión capitalista y burocrática del ferrocarril. Pero esta alianza quiere poner a salvo, por sobre todas las cosas, la regimentación sobre los trabajadores -que tiene como puntal a la burocracia de los sindicatos. En oposición a ello, el PO lucha por la independencia política de la clase obrera, por eso despierta los ataques y las difamaciones del gobierno.Las victorias con que cerramos este 2010 nos marcan la agenda que viene: asegurar el pase a planta y todas las reivindicaciones de los tercerizados, para extender esta la lucha a toda la clase obrera precarizada; renacionalizar el ferrocarril, expulsando de su gestión a los privatizadores y a la burocracia sindical y estableciendo su gestión obrera; avanzar en el procesamiento y la cárcel a Pedraza y a todos los responsables, instigadores y encubridores del crimen de Mariano; recuperar a los sindicatos para la clase obrera expulsando a la burocracia y sus patotas; desarrollar una oposición obrera y socialista al nacionalismo capitalista a través de un programa y una organización.
Marcelo Ramal